jueves, 29 de julio de 2010

Después del miedo y la pasión está la paz

He decidido hacer dos sesiones de autoregresión por semana y las experiencias que encuentre las publicaré en este blog. Entonces con esta entrega inicio esta modalidad:

Después de desayunar papaya, pan integral, café negro (pasado) y un huevo frito. Me retiro a mi habitación, me acuesto en mi cama y cierro los ojos (todo esto no es necesario porque cuando se me ha dañado mi auto, me he hecho autoregresiones en un bus público atestado de gente y con música chichera a todo volumen).

"Al cerrar los ojos, el color rojo ocupa el espectro de mi mente, es un rojo negruzco, que permanece un buen rato allí, al cabo de unos segundos veo que en el centro del espectro rojo aparece una pequeña luminosidad. Esa lumiosidad es como un radar que comienza a enviar leves señales que se van abriendo paso entre el rojo negruzco. Aparece entonces una segunda imagen del rojo mismo pero ya no es estático sino que tiene algo de movimiento (como las nubes). En la tercera imagen el rojo ya no es negruzco sino que tiene vetas amarillas y su movimiento se va haciendo más rápido, más rápido hasta convertirse en una inmensa hoguera. Todo el especto en mi mente está copado por la danza de este fuego abrasador... arrazador. (La imagen en mi mente ha inyectado una buena dosis de adrenalina a mi cuerpo, siento como sí hubiera tomado un red bull o algo así).

Con la imagen del fuego en toda su plenitud, paro y repito todo nuevamente. Lo hago tres veces y casi todo es igual.

En la cuarta repetición, casi todo es igual, hasta que se me viene un pensamiento de miedo a la mente (pienso que la hoguera es el infierno), este pensamiento activa al color negro, que se impone al rojo sometiendolo y retirándolo del espectro mental. Entonces es el negro el que ocupa su lugar, pero no es un simple color, en un negro que tiene textura, esa textura es de piedra arcillosa y una forma, ésta es la de un túnel.

En la quinta repetición, en el centro del túnel negro se abre de repente un pequeño orificio y por ese orificio como un chorro veloz penetra el rojo, dividiéndolo en dos... el rojo se agranda y ocupa cada vez un espacio mayor, el negro intenta cerrarle el paso y oprimirlo, los dos se trancan en lucha de poder, de sobrevivencia. La imagen cambia de posición, de horizontal a vertical, pero sigue la lucha, es una sensación de como si se estuviera viendo a dos colosos queriendo vencerse.

En la sexta repetición, la lucha continúa pero de repente en la cima de ambos colores de súbito aparece !el blanco!

El blanco, que no es de un blanco puro sino más tirado al beige, y en el que en el filo superior resplandece un hilillo dorado; desplaza al rojo y al negro. Tiene una leve imagen que aparenta ser unas enormes manos entrecruzadas. Las manos dan paso a la apariencia de un hombre. Ese hombre es Jesús (o al menos tiene la imagen que conocemos). La imagen del hombre comienza a moverse, pero siendo todo el espectro de un mismo color blanco, lo que en realidad veo que se acerca es su cabeza, de la cual sobresale la pasión en sus ojos".

Mi segundo hijo se ha despertado y eso me distrae de la sesión, que bien pudiera continuarla, pero no quiero, quiero por hoy quedarme con la sensación de paz que esta visión me ha ofrecido.

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