viernes, 3 de noviembre de 2017

ADIOS SOLEDAD ADIOS

(27-05-17 02-11-17)
Es media noche y de pronto me he levantado inusitadamente de un sueño no muy profundo.  Como este episodio lo estoy escribiendo cinco meses después que sucedió, presumo que al momento de dormirme, lo habré hecho con cierta preocupación.  Y el motivo de esta intranquilidad es la soledad.

Mi tercer y último hijo me ha venido diciendo casi desde principio de este año que quiere dejar la casa de Valle Alto, hogar en el cual los dos hemos habitado desde el 2009.  Me pedía uno de los  dos departamentos del segundo piso de la casa de Sauces dos, algo que no se lo podía dar, puesto que el alquiler de toda la casa, representa los ingresos de nuestro presupuesto.

Mes tras mes, me insistía para que le diera el departamento.

Finalmente, en septiembre, él me anuncia que el próximo mes se irá a vivir con sus abuelos, mis padres.

Fue así como el desasosiego por la soledad comenzó a rondar perennemente en mi cabeza.

En primer lugar, pensaba ¿cómo iba a poder dormir sin nadie en la casa?

Dormir sola en una casa nunca ha sido mi fuerte, creo que en los 53 años de vida que tengo, he dormida en forma solitaria un par de ocasiones, y las veces que lo he hecho, ha sido en un hotel, cuando por la profesión de periodista tenía que viajar fuera o dentro del país.

Llegó septiembre y a mediados del mes, David se marchó por la tarde, llevándose sus pertenencias: una cama, un televisor, su ventilador, su ropa, sus zapatos y por supuesto sus libros de Derecho, carrera que recién empezó el tercer semestre.  Yo le ayudaba a poner todo en la camioneta de Leandro, un vecino que apenas le cobró $5,00 por el traslado. Se lo veía contento, como sí se estuviera sacando un peso de encima.  De mi parte, paradójicamente, también sentí cierto alivio al verlo marcharse.

Llegó la noche y pude comprobar que a veces la expectativa es peor que la realidad.  Ya más o menos sabía el cocktail que me ponía a dormir, cuando el insomnio estaba asomando sus garras.  En primer lugar un cigarrillo.  Sí esto fallaba, un vaso de leche.  Sí esto fallaba, oraciones y más oraciones.  Sí esto fallaba masajes en hombros y manos.  Sí esto fallaba, levantarme, prender la luz, coger pluma y papel y escribir soluciones a las preocupaciones que rondaban la cabeza.

Por lo general casi siempre llegaba al paso del vaso de la leche para dormirme hasta el día siguiente.  Pero en una ocasión sí llegué al paso de la pluma y el papel.  Y eso me permitió ponerme a presupuestar unos ingresos que estaba esperando para pagar unas pocas deudas que aún tengo.  El resultado final fue que sí me quedaría dinero a favor.  Me dormí tranquila.

Para mediados de septiembre estaba poniendo en OLX el anuncio de renta de la casa en Valle Alto.  había decidido mudarme también a la casa de mis padres.

Para tal resolución pesó la decisión de mi hija de irse a EE.UU., donde le esperaba su hijo de 9 años que había ido a ese país llevado por su padre hace cinco años.  En esos cinco años, Jeff había ideado y buscado todos los planes posibles e imposibles para convencer a mi hija de que viajara a juntarse con ellos.  Pero, mi hija no podía irse así por así.  En primer lugar porque tenía una hija de cuatro años, de cuyo padre se había separado hace dos años.  En los dos años que estuvo separada, ella y sus dos hijas vivieron primero conmigo y después con mis padres.  Conmigo solo vivió unos meses y con mis padres residió el resto del tiempo.  En ese lapso tuvo cuatro trabajos, de dos renunció voluntariamente y de dos le pidieron la renuncia,  en la última empresa, apenas ganaba el sueldo básico ($360,00) por lo que el mes, ella finalizaba más con deudas que con ahorros.  Así las cosas no había un futuro prometedor para ella y creo que viajar fue la mejor determinación.

Cuando ella me pidió que me quedara con Nohelia (una de sus hijas), ya que Luci quedaría a cargo de su padre, pensamos que lo mejor sería que me mudara a casa de mis padres.  hablé con mi padre y él a regañadientes aceptó.  Mi padre no estaba gustoso de que yo me viniera a vivir en su casa ni siquiera con la promesa de que lo ayudaría con mi madre que cada vez más pierde sus facultades mentales y de paso hace tan poco movimiento físico que, hacer sus necesidades fisiológicas es una tortura.

Con el anuncio del alquiler me llamaron tres prospectos, uno de ellos, de nacionalidad argentina, con quién finalmente firmé contrato el 7 de octubre.  Ellos se mudarían a fines de octubre por lo que me quedé en Valle Alto unos días más, hasta que el 13 de octubre.

Era domingo y el carro de las mudanzas llegó puntual a las 10H00, poner todo en el camión nos tomó una hora y para el medio día arribamos al centro de la ciudad, luego nos dirigimos a Sauces 9.  Allí en el patio mi padre había improvisado su dormitorio y más tarde el comedor de la familia, estaba techado y bastante confortable.

A nuestro arribo a la mesa estaban mi padre, mi hija y mi nieta Noe, en el piso de arriba estaba mi hijo.  Saludé en voz alta y me dirigí brevemente a mi padre a besarlo en la frente y decirle que ya había traído mis cosas.  Se encogió de brazos.  Mi hija y nieta no se levantaron a saludarme.

Fui hasta el portón, abrí de par en par la puerta y ordené al conductor que entrara de retro, no se pudo, por lo que el descargue se hizo con el camión afuera de la casa.  Dos hombres, uno gordo y otro flaco comenzaron a cargar los enseres.  El descargue fue mucho más complicado y demorado porque había que llevar todo a un segundo piso y colocar todas las cosas en un solo cuarto.  Una vez concluida la tarea me quedé asombrada de la habilidad de la gente de mudanzas para haber transportado y arreglado mis enseres sin romper ni una taza, por lo que gustosa pagué los $90.00 de tarifa.

Cuando me aprestaba a descansar mi nieta me abrazó y mi hija empezó un diálogo que ya ni lo recuerdo, más tarde mi hijo salió de uno de los tres cuartos del segundo piso y medio me saludó.  Así concluyó ese día conmigo durmiendo con mi nieta, puesto que mi hija se fue a pasar la noche con una amiga, a fin de dejarme la cama, eso desafortunadamente no se repitió al día siguiente, puesto que tuve que dormir en el piso del cuarto que servía de bodega para mis cosas y como había demasiado polvo en el ese cuarto, a la noche siguiente dormí en un sleeping bag en el cuarto de mi hija y nieta.

Ya para entonces llegó el día 17 de octubre, fecha de partida a USA por parte de Nea.  Desde temprano comenzamos a hacer cosas de último y para el medio día estábamos Nea, Noe y Luci en el aeropuerto.  Se nos juntó un amigo y luego una amiga de Nea.  El amigo tuvo que retirarse primero.

Cuando mi hija puso sus pies en Migración, el corazón se me encogió.  Y las lágrimas no las pude detener cuando Luci se echó a llorar al abrazar a su madre.  Fue Noe quién la tomó de la mano y le dijo vamos a dar de comer a los peces para que la bebe dejara de llorar y soltara a su mamá.

Los días que siguieron la pena por la partida de mi hija y su separación de Luci fueron reemplazados por la impotencia y el desaliento ante el maltrato de mi padre.  No me dí cuenta de cómo comenzó o que comenzaban las constantes discusiones que varias al día empecé a tener con mi padre.  Por supuesto que como hija, y como parte más débil en una relación padre-hija, casi siempre esas discusiones y reclamos de su parte, terminaban con insultos hacia mi y hacia mi madre.

No me percaté de como en los pocos días de mi estadía en esta casa la relación se había deteriorado tanto que mi hijo fue el que llamó mi atención sobre el tema.

-David: Oye mamita, porque mejor no te vas a la suite que van a desocupar el próximo mes.
-Yo: Si, eso ya había pensado, pero ¿por qué me lo dices?
-David: Porque mi abuelo desde que llegaste está con un carácter insoportable y por todo te insulta a tí y a la abuela.
-Yo: Ay, hijo, tu abuelo siempre ha sido así.  Me vas a decir a mí que viví toda mi infancia y parte de mi adolescencia con él.
-David: No, mamá, él no es así.  Antes de que tú llegaras me llamaba y me decía sírvete lo que quieras.  Ahora, hasta me está mezquinando la comida y refunfuñando cuando me ve.
-Yo: Te digo que siempre ha sido así.
-David:  Y yo te digo que de lo que he visto en más de un mes que estoy aquí no ha sido así.

Entonces comencé a poner atención.  Y escuché y ví cosas interesantes.

Escuchaba por ejemplo que a toda persona que llegaba a la casa comenzaba a decirle en voz alta como para que todos escucharan, que yo había ido a tragar gratis, a coger todas sus cosas, a ser mantenida y que no ayudaba en los quehaceres domésticos.  Se lo escuché decir a mi sobrina y a su esposo, quienes desde hace dos meses más o menos vienen todas las tardes a comer a la casa de mis padres, aprovechando que les gusta la sazón de la empleada.  Y ellos no contribuyen económicamente a diferencia de mi que puse $150.00 para ayudar con los gastos de la empleada.

Quejarse sobre el mismo tema con mi hermana, que llegaba de visita después de casi seis meses de ausencia, resultó trágico y bochornoso.  Yo estaba bajando la escalera y alcanzo a escuchar a mi hermana que le decía a mi padre.

-Hermana: Ya pues, papá, no se amargue, no se amargue
-Padre: Y, ¿qué quieres? que me ponga a bailar de alegría (Y toma a mi sobrina de la mano haciendo simulacro de estar bailando)
Yo: ¿qué pasa?
Hermana: (hablando despacio) Que dice que tú haz venido a tragar gratis (yo miro a mi padre que se hace el loco)
Padre: (dirigiéndose a mi hermana) ¿Qué haz venido otra vez a insultarme como la otra vez?
Hermana: La otra vez? ¿Qué le dije?
Padre: Me insultaste pues me insultaste o no te acuerdas? (gritando)
Hermana: Pero, ¿qué le dije? (alzando un poco la voz)
Padre: A mí no me vengas a gritar o te largas de mi casa
Hermana: Me largo pues
Padre: Sí lárgate infeliz, desgraciada, mal parida
Hermana: Váyase a la mierda (salió, seguida de su hija, dando un portazo)

Desde entonces el ingreso de mi hermana  a la casa de mis padres, está bloqueado.  Igualmente está prohibida la visita de mi hermano menor.  Yo no estuve presente, pero mi padre y Lucho habrían mantenido una discusión similar a la narrada.  El motivo? El reclamo de mi padre por las pocas visitas de mi hermano a mi madre.

Bueno, esto fue lo que pude escuchar.  Ahora lo que he visto.

He visto un cierto coqueteo por parte de la empleada hacia mi padre.  Y un inusitado interés de mi padre por Thiago, el hijo de Mari.  Hasta chiste me causó la tarde que ví a papá con Thiago en las piernas, cantándole con tanto cariño.  Cierto que el pequeño es bien gracioso, pero mi padre nunca ha sido muy cariñoso con los niños de color de piel un poco oscura, aunque fueran sus nietos.  ¿Cómo así ahora?  Yo creo que algo tiene que ver la lactancia que la empleada le da delante de todos al pequeño.  Creo que mostrar el seno o parte de él, no es casualidad y que Mari lo hace deliberadamente porque se justifica que dé de lactar de pronto al bebe en la mesa del comedor para que no moleste cuando todos estamos comiendo, pero ¿cómo se justifica que mi papá esté frente a la TV, cambiando los canales y ella esté en el mismo sitio, sentada en la mesa dando de lactar, cuando la casa es grande y lo podría hacer en cualquier otra parte donde tuviera algo de privacidad, y estando los dos solos?

Sobre el tema tuve una conversación con mi hijo:
-Yo: Creo que mi padre como mi madre tienen todo el derecho de ser felices.  Hasta vería con buenos ojos que mi padre se pudiera juntar o casarse con otra mujer, pero primero debe divorciarse de mi madre, dividir los bienes a la mitad y dejar que ella escoja qué hacer con su vida.  No pude ser que  hoy más que nunca le falte el respeto tratándola como un trapo viejo, insultándola, teniéndole asco porque ella se hace la popó en la ropa, no dándole su lugar solo porque a él le está gustando otra mujer.
-David: mmmm

El haberme percatado de estas situaciones es que me hace pensar que de pronto mi presencia en esta casa le estorba a mi padre.  Y cansada de tanta discusión decidí que para el 15 de noviembre me mudaré a la suite de Sauces dos, llevándome a Noe.

Sé que la compañía de Noe sólo durará como mucho un año, tiempo en el cual esperamos -Nea y yo- que ella  domine el idioma ingles para que también viaje a EE.UU, a juntarse con su madre y hermano.

Después de ese tiempo, Dios dirá... pero de los elementos que hay en el presente, puedo vislumbrar que es posible que me quede a habitar sola en la suite de Sauces dos. 

A fin de ir construyendo un escenario más satisfactorio y completo para mí en ese tiempo, hace unos días le escribí a George.
-Yo: Sí yo viviera sola, ¿usted viviría conmigo?
-George: (después de dos horas) Si
-Yo: Pero tiempo completo o nada más que visitas de vez en cuando ¿porque de lejitos es más bonito?
-Geroge (después de tres horas) Mejor es que sigamos probando
-Yo: Esta bien.  Seguiremos probando pero en su casa no en la suite donde voy a vivir sola porque no se caga donde se come y a mi los alquileres me dan de comer y no voy a desprestigiarme por andar probando.
-George: Que boquita

Parece que no puedo esperar mucho de  George.  En siete años de relación, George ha sido muy claro en no querer un compromiso serio.  Teniendo 39 años de edad, él aspira tener un hijo, pero nada hace por buscar una mujer con quien procrear.   Debido a su actitud, tampoco yo me he enamorado profundamente de él, me gusta, aunque me es difícil dejarlo sobre todo si lo tengo a él rogándome todo el tiempo. Su respuesta me hace pensar con seriedad lo que me dijo Nacho, un terapeuta amigo, sobre el manejo de mi vida.
-Nacho: Tu vida es como tu mano, cada dedo es una área de tu vida.  Tienes 5 dedos son 5 áreas que debes atender para tener una vida plena: mujer, madre, trabajadora, hija y amiga.

!Vaya en estos momentos la única área atendida es la de madre e hija!  La de mujer la atiendo nada más que de vez en cuando.  Podría ser más completa porque George siempre está dispuesto para el sexo pero no me interesa una relación tan de puertas adentro.  Además de un amante, me gustaría tener un compañero, un amigo, alguien con quién sostener largas charlas sobre la vida, sobre la muerte, sobre Dios, etc.  A veces estas charlas las tengo con mi hijo, pero no es igual. El siempre será el hijo y yo la madre, fuera de él, no hay ninguna persona adulta con quien sostener un diálogo interesante por lo que la soledad a veces se asoma.











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